Deporte en ayunas: ¿es realmente efectivo?

El entrenamiento en ayunas ha ganado popularidad en los últimos años como una técnica para acelerar la quema de grasa. En esta nota te contamos si realmente funciona, sobre sus beneficios y riesgos, cómo impacta en el metabolismo y qué precauciones debes tomar si decides hacerlo. 

Este tipo de entrenamiento se ha convertido en una tendencia popular en el mundo fitness, especialmente entre quienes que buscan maximizar la quema de grasa. La idea detrás de esta práctica es que al hacerlo sin haber comido previamente, el cuerpo recurrirá a las reservas de grasa como fuente principal de energía, lo que en teoría, aceleraría la pérdida de peso. Sin embargo, es inevitable preguntarse si es realmente efectivo o simplemente es una moda más. 

 

El metabolismo es el proceso mediante el cual el cuerpo convierte los alimentos en energía. Durante un entrenamiento en ayunas, los niveles de glucógeno (la forma almacenada de carbohidratos) están bajos, lo que lleva al cuerpo a buscar otras fuentes de energía como la grasa corporal. En teoría, esto debería ayudar a quemar más grasa, pero la ciencia no es tan concluyente. 

 

Estudios sugieren que si bien el ejercicio en ayunas puede aumentar la oxidación de grasas durante el entrenamiento, esto no necesariamente se traduce en una mayor pérdida de grasa a largo plazo. El cuerpo tiende a adaptarse rápidamente a esta práctica, lo que podría disminuir su efectividad si no se combina con una dieta y planificación deportiva adecuada. 

 

Entre los beneficios más destacados se encuentra la posible mejora en la quema de grasa, una mayor flexibilidad metabólica y la simplicidad que ofrece para aquellos que prefieren entrenar por la mañana sin necesidad de una comida previa. También puede ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina, lo que es beneficioso para la salud metabólica a largo plazo. 

 

Sin embargo, entrenar sin haber comido también conlleva ciertos riesgos. Sin la energía proveniente de los alimentos, algunas personas pueden experimentar fatiga extrema, mareos o debilidad durante el ejercicio, lo que aumenta el riesgo de lesiones. Además, si se realiza de manera habitual sin una nutrición adecuada después del entrenamiento, el cuerpo podría empezar a descomponer músculo en lugar de grasa, que definitivamente no es el objetivo principal de la mayoría de quienes practican ejercicio físico. 

 

El principal argumento a favor de este tipo de entrenamiento es la supuesta mejora en la quema de grasa. Durante el ejercicio, el cuerpo usa tanto carbohidratos como grasas como fuente de energía. En ayunas, al haber menos glucógeno disponible, el cuerpo tiende a usar más grasa como combustible. Aunque esto puede resultar en una mayor oxidación de grasas durante la actividad, estudios han demostrado que no necesariamente se traduce en una mayor pérdida de grasa corporal a largo plazo. 

 

En realidad, la pérdida de grasa está más relacionada con el balance calórico general (la cantidad de calorías que comes frente a las que gastas) y no tanto con el momento específico en que entrenas. Por lo tanto, si tu objetivo principal es reducir grasa, lo más importante será mantener una dieta balanceada y realizar ejercicio de manera constante, independientemente si entrenas en ayunas o no. 

Consejos prácticos para entrenar en ayunas

Si decides incorporar esta práctica a tu rutina, es muy importante que tomes ciertas precauciones para evitar efectos negativos en tu rendimiento y salud: 

  1. Escucha a tu cuerpo: si sientes mareos, fatiga o debilidad extrema, detén el ejercicio inmediatamente. Tu cuerpo te está avisando que necesita combustible.  
  2. Mantén una buena hidratación: el ayuno puede deshidratarse más rápidamente. Toma suficiente agua antes, durante y después del entrenamiento. 
  3. Opta por ejercicios moderados: es mejor realizar ejercicios de intensidad moderada como caminatas, yoga o entrenamiento de resistencia en ayunas. Los de alta intensidad pueden ser más difíciles sin la energía adecuada. 
  4. Recuperación adecuada: es fundamental que ingieras una comida rica en proteínas y carbohidratos después de entrenar para reponer las reservas de energía y favorecer la recuperación muscular. 
  5. Hazlo de manera ocasional: no es necesario entrenar en ayunas todos los días. Puedes probar 2 a 3 veces a la semana, alternando con días en los que comas antes de entrenar, para evaluar cómo responde tu cuerpo. 

El deporte en ayunas puede ser efectivo para algunas personas, especialmente si buscan mejorar su flexibilidad metabólica o incrementar la quema de grasa durante el ejercicio. Pero no es una solución mágica para perder peso, ya que los beneficios a largo plazo dependen del tipo de alimentación y la consistencia en la actividad física, más que el momento en que se realiza el entrenamiento. 

 

Si decides probarlo es fundamental que lo hagas con precaución, adaptando tu rutina según cómo se sienta tu cuerpo, complementarlo con una alimentación equilibrada y una rutina de descanso efectiva. Y recuerda, lo más importante es encontrar una rutina que sea sostenible y saludable para ti, sin importar si entrenas en ayunas o no. ¡Escucha a tu cuerpo y ajusta tus entrenamientos según tus necesidades!

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