El impacto de la tecnología en nuestro bienestar: cómo equilibrar pantallas con el autocuidado

Vivimos en una era hiperconectada, donde las pantallas son nuestras compañeras constantes, pero, ¿qué pasa cuando el exceso de tecnología empieza a afectar nuestra salud mental y física? En esta nota te contamos sobre cómo la tecnología, a pesar de traernos innumerables beneficios, también puede generar estrés, ansiedad y otros problemas, y te entregamos estrategias para equilibrar tu vida digital y priorizar tu bienestar. 

 

Los avances tecnológicos de los últimos años han sido sorprendentes. Dispositivos electrónicos, redes sociales, aplicaciones móviles… nunca antes habíamos estado tan conectados. Pero, a medida que la tecnología avanza, también lo hace nuestro nivel de estrés. ¿Cómo es posible que estemos más conectados que nunca y, al mismo tiempo, más agobiados? 

 

La respuesta está en cómo usamos estas herramientas. Mientras que los dispositivos electrónicos como smartphones, tablets y computadores nos brindan acceso inmediato a información, entretenimiento y redes sociales, también nos sumergen en un flujo constante de notificaciones, correos electrónicos, mensajes y contenidos que nos mantienen en un estado de alerta constante. Esta sobrecarga de información puede afectar nuestra capacidad para relajarnos y concentrarnos, lo que termina repercutiendo en nuestra salud mental y física. 

Los efectos negativos

En el aspecto psicológico, se ha demostrado que el uso constante de pantallas puede aumentar los niveles de ansiedad y depresión, especialmente en jóvenes. Las redes sociales nos exponen a comparaciones, generando sentimientos de insuficiencia y presión por cumplir con estándares poco realistas. 

 

Además, las pantallas emiten luz azul que interfiere con la producción de melatonina, la hormona responsable de regular nuestro ciclo de sueño, lo que puede provocar insomnio y afectar la calidad del descanso. Otro de los efectos físicos más comunes es la fatiga ocular, porque mirar pantallas durante horas sin descanso provoca molestias en los ojos, dolores de cabeza y tensión muscular, especialmente en cuellos y hombros. 

 

Quizás ya hayas escuchado hablar sobre estrés digital, término que se refiere a la sensación de estar abrumado por el constante flujo de información online. Entre sus síntomas está la dificultad para desconectarse de los dispositivos, la sensación de estar siempre “disponible”, la sobrecarga de tareas y el constante “multitask”. 

 

Otro signo de estrés es el “FOMO” (del inglés fear of missing out) o miedo a estar ausente, un sentimiento de preocupación por perderse eventos, y que también se relaciona con la necesidad de estar al tanto de todo lo que pasa en las redes sociales, en los grupos de chat e incluso, en las noticias. Esta ansiedad puede ser debilitante, impidiendo disfrutar del momento presente o no lograr concentrarse en las tareas diarias.

¿Cómo desconectar?

En el día a día 

  1. Establece un horario sin pantallas: define, al menos, una hora al día en la que no utilices dispositivos electrónicos. Puedes aprovechar ese tiempo para leer un libro, hacer ejercicio o simplemente meditar. Este pequeño acto de desconexión diaria hará una gran diferencia para tu bienestar. 
  2. Desactiva las notificaciones: esos avisos constantes son una de las principales fuentes de estrés digital. Al desactivarlas, puedes controlar mejor tu tiempo y evitar sentirte abrumado por la necesidad de tener que responder de inmediato. 
  3. Apaga los dispositivos una hora antes de dormir: la luz azul de las pantallas interrumpe tu ciclo natural de sueño. Apaga o aléjate de los dispositivos electrónicos al menos 60 minutos antes de que vayas a acostarte para mejorar la calidad de tu descanso. 
  4. Practica la técnica Pomodoro: si trabajas muchas horas frente a una pantalla, el método Pomodoro puede ayudarte. Consiste en trabajar durante 25 minutos en modo concentración máxima, sin interrupciones ni distractores, seguidos de 5 minutos de descanso. Estas pausas breves te ayudarán a reducir la fatiga ocular, la tensión muscular y ser más eficiente en tus tareas, lo que reducirá el uso de estos dispositivos. 

 

Acciones para ir más allá 

  1. Detox digital de 24 horas: si buscas una desconexión más profunda, puedes intentar realizar un detox digital de un día, una vez al mes. Esto significa desconectarse completamente de todos los dispositivos electrónicos durante 24 horas. Este reto puede ayudarte a reconectar contigo, tus seres queridos y tus pensamientos sin distracciones tecnológicas. 
  2. Apps de mindfulness: si sientes que la tecnología es la causa de tu estrés, pero no puedes dejarla completamente, una alternativa es usar aplicaciones de meditación o mindfulness. Aunque estés frente a una pantalla, estos recursos te pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar tu bienestar emocional. 
  3. Reconectar con la naturaleza: si puedes, trata de desconectar en un entorno natural. Salir a caminar por un parque, subir un cerro o simplemente pasar tiempo al aire libre puede ser una de las mejores maneras de reducir el estrés digital. 
  4. Establece un “ritual de desconexión” semanal: dedica un día a la semana en el que no uses dispositivos electrónicos durante varias horas. Esta acción puede ser un gran paso para recuperar el control sobre tu tiempo. 

 

La tecnología no tiene que convertirse en el enemigo de tu bienestar. Si bien es cierto que el uso excesivo de dispositivos electrónicos puede afectar nuestra salud mental y física, con pequeñas modificaciones en la rutina diaria podemos lograr un equilibrio saludable. Al reconocer el estrés digital y poner en práctica estrategias para desconectar, podemos crear un espacio para el autocuidado, reduciendo la ansiedad y mejorando nuestra calidad de vida. El objetivo no es eliminarla, sino usarla de manera consciente y equilibrada, siendo la clave encontrar un balance que funcione para ti.  

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